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Centro del mirar es un blog de poesía dedicado a fans del arte de la poesía y cuya motivación de paso a los más creativos.

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viernes, 27 de agosto de 2010

El preso sentenciado a muerte

A este preso sentenciado a muerte, sus compañeros le daban el paso solo por el orgullo de su mirada.
Se sentía lejos del mundo exterior, se había desclamado de vivir dignamente.
Podía oir el rubor de una autopista,
e incluso el sonido de los buhoneros de un mercadillo popular.
Sin descartar, el olor de la sangre que había derramado por una mujer.
Tenía sus fragmentos bajo su lista del abogado, esto le hacía sentirse un hombre de orgullo.
Mientras jugaba a los dados en el patio, tan solo oía aquello que no era real, aquello que le había arruinado y le habia convertido en un hombre de mal provecho.
Cada tarde después de la apelación, el preso acudía a un patio angosto, donde tan solo un rayo de sol iluminaba el trozo donde este se encontraba.
Olía a la sangre de aquellos que, aun mantenían la esperanza sobre sus hombros.
Notaba el sudor en sus labios, y por si fuera poco evitaba el lique. cual había nacido en la pared, para evitar la sensación de unos labios.
Ante semejantes elementos esenciales, hay que añadir una piedra, el preso recordó que de niño le hablaba a una piedra para contarle sus secretos, pero esta vez lo apretaba con el puño cerrado y lo cargaba de la energía positiva que le bajaba del brazo.
De esta manera, podía convertirse y no olvidar que era un hombre de orgullo.
Incluso al salir de la cárcel, volvió a sentirse libre y exelto de culpa, como en los días lejanos y felices.

viernes, 20 de agosto de 2010

Sáhara

Se levantó el polvo.
Yo vi el oasis pero el agua no estaba.
Aquel desierto en el cual es capaz de separar a los hombres de sus pensamientos, aquel rincón olvidado del verano.
Donde la soledad te acaba despojando de cualquier clase de orgullo.
A estos elementos esenciales, hay que añadir, el camello.
Cuan nos llevaba por dunas y ladeas desiérticas.

Encontré un canto rodado en el suelo, el cual lo tomé prestado.
Lo observé y el sol empezó a caer a media tarde.
Sudaba, pero el agua no me faltaba.
Allí dejé aquel lugar no cedido por el hombre.

viernes, 13 de agosto de 2010

El beso eterno

Nos besamos y se iluminó el mundo

martes, 10 de agosto de 2010

Entre la realidad o el sueño

Empañé el cristal con el vapor de mi boca, llovía.
Dibujé un corazón con nuestros nombres.
Estaba muy oscuro y llovía.
El tren iba rápido.
Cualquier viaje nos invita a conocernos,
y pasaste a mi lado, te observé incluso cuando pediste el refresco y te sentaste.
La lluvia empañó el cristal, me acerqué y te pedí sitio, cediste.
Me hablaste como se habla a un conocido,
yo te conocía pero tú a mi no.
El sonido del cruijir de la vía me despertó del sueño en el que vivía.
Llovía, pero el corazón aún estaba dibujado en el cristal.
¿Había sido un sueño o lo estaba viviendo?

lunes, 9 de agosto de 2010

La estacion

Cruzé la parada a media noche,
y fue esa vez en la que,
me sentí atrapado por el vaivén de las caderas de una muchacha
muy hermosa la cual se subió al mismo tren.

Cuando ella se volvió,
no puedo describirla porque era tan bella
como uno cual siempre soñó a la mujer.

Y que manera de mirar,
y que manera de decir: " me gustas mucho o porque no te largas de una vez"
Esa jerarquía en la mirada, yo solo la había visto una vez.

Esa manera de estar,
muy a la hembra,
de querer decir: " yo domino, lárgate, no es tu sitio"
Y cuando me miró, me sonreía, no me sonreía, se sonreía.
Y pasó por mi frente su mano y sentí como el mundo se me caía abajo, y me borró cualquier rastro de arruga.
Cuando al amanecer,
la próxima parada,
no recuero ni siquiera
en la estación en la que la perdí.

viernes, 6 de agosto de 2010

La foto

Mi padre hacía fotos,
yo de pequeña me acordaba
y me vi bellísima en una foto.
Llevaba la cola de caballo,
y con eso y el puño cerrado tenía todo el mundo en mi mano.

Tenía el pelo largo y rizado,
el color amarillo brillaba con el primer rayo de sol.
Era entonces cuando me di cuenta de cuanto costaba sonreírle, pero no sonreírle, se sonreía.

La piel blanca, como una mañana de invierno,
el color azul del mar en mis ojos.
Y la nariz chata como la cerradura de una puerta,
me demostraba como el mundo pudo ser a simple vista.

Me vi tan bella, que mi sonrisa alegró la aquella mañana de primavera.