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lunes, 13 de septiembre de 2010

New York

Pasó junto a mi, una señora poco mayor y muy a lo moderno.
Cruzé altos edificios y llegué a la vía principal.
Miré el suelo y este estaba destrozado.
El pánico había arruinado las calles de Nueva York.
Ventanas rotas, personas corriendo y una alta figura de humo y fuego se alzaba sobre una de las torres gemelas.
Yo sin volver la cabeza,
noté el dolor en los corazones,
la sangre derramada y la angustia compartida.

Me ahogaba y el dolor dentro de mi saltó en lágrimas.
Me desmayé mientras todo se oscurecía y ocurría.
Era aquel tiempo en el cual,
salvé la vida de personas inocentes,
y me quedé con aquellos que por el accidente no habían sobrevivido.
Y a los cuales no se les encontró con vida.

Este momento fue muy importante para mi porque descubrí que era alguien más de carne y hueso, alguien muy especial, alguien que sobrevivió pero ayudó a salvar a personas inocentes.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha parecido impresionante la manera en la que recreas el accidente ocurrido en Nueva York.
Besos. Espero que vayas bien.

Iria Costa dijo...

Hola a todos,

Ciertamente, he vivido algo similar ocurrido en Nueva York, un amigo mío iba en el avión aquel que se estrelló en Madrid, hará cosa de 2 años.
Por desgracia, no sobrevivió, me marcó la tragedia, ya que habíamos estado juntos ese verano, él era el copiloto.
Ahora veo a su novia, muy sola y triste.
Espero que no sucedan más accidentes tanto aéreos como de otro tipo, es horrible.
Saludos y versos,
Iria.

Anónimo dijo...

¿el de Spanair? joder, tuvo que ser horrible.
¿Cómo lo superaste?

Iria Costa dijo...

Hola anónimo,

Siempre he sido muy optimista, es verdad que lo pasé muy mal, pero miré para adelante.
Si, fue horrible.
Por eso hago un homenaje con este poema a ellos y a los de las Torres gemelas, que por desgracia un amigo que vive allí lo vio todo.
Un abrazo.
Iria.