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miércoles, 23 de marzo de 2011

El feto


Hola a todos, y buenas tardes, esta vez, mi sección es muy especial, puesto que he elegido, quienes me conocen lo saben, un texto de Manuel Vicent, que tanto me gusta.



A mi gusto es excelente, su intimidad, fuerza, vitalidad...hacen del texto que la belleza y la inteligencia destaquen en el mismo.



A pesar de diversos comentarios dolorosos, a mi blog, de personas que desconozco y ni me importa saber quienes son, os dejo con este poema, que a mi me fascinó nada más acabarlo de leer. Espero que os guste.



Estoy en el palacio de una marquesa.



La marquesa abre sucesivamente las puertas de cuarentones y me enseña salones dorados, lámparas de la Real Fábrica, alfombras, tapices gobelinos, óleos de firma romántica, plata antigua, porcelanas de Alcora y muebles del siglo XVIII.


En el palacio hay zafarrancho general. A la señora se le nota en los ademanes un orgullo de estirpe, pero todo lo que contiene la mansión esta en venta. En la penumbra de los corredores cruza a veces la sombra de un fámulo cargando de bargueño, la silueta de un mozo de comedor que transporta un reloj isabelino. Tomo el té con la marquesa junto a una chimenea francesa en llamas; la estancia aparece mancelada por la luz de un vitral emplomado y la señora habla de antepasados, de millones hipotéticos, de cóndices miniados, de las fiestas aristocráticas de su lejana juventud en estos salones. Aquí mismo estuvo sentada la reina doña Victoria Eugenia durante un sarao familiar en tiempos de Dato. l.a marquesa eleva la taza a los labios con mano anillada y por un momento interrumpe la conversación llena de antiguedades y caballeros galantes, de cacerías y veraneos en la Concha, de jarrones chinos y temporadas de primavera en el cortijo. De pronto ella ha recordado algo urgente y llama al criado:


- Cirilo, que no se te olvide echarme la quinela. Hoy es viernes.


La habitación esta tan abarrotada de cacharros como una tienda de anticuario, y la propietaria se ha visto obligada a ponerlos en almoneda para tratar de detener a última hora la ejecución de una hipoteca. Entre los cachivaches destaca un botellón sobre la repisa de la chimenea que contiene un feto masculino de cinco meses. Hace cuarenta años, la señora marquesa tuvo un aborto, su primogénito nació muerto, pero ella lo bautizó y en lugar de llevarlo al pateón, lo ha conservado entonces en un frasco de formol. Parece un conejito negro flotando en el caldo. En ese instante, los criados siguien arramblando objetos para llevarlos a la antesala, donde hay más compradores. El´fámulo trata de coger también el botellón del feto. Y con él en brazos pregunta con gran humildad:


- Señora marquesa, ¿ que hago con el señorito?


Canción:


- La duquesa. Café Quijano. ¡ Que grande es esto del amor!







2 comentarios:

Anónimo dijo...

Fascinante, fascinante, fascinante.
Me gusta Manuel Vicent, tanto como a ti.

Iria Costa dijo...

Muchisimas gracias.
Espero que disfrutéis tanto o mas que yo de mis próximas publicaciones de poemas.
Pasate cuando quieras.
Un saludo.