Esta es la segunda parte de A mil besos de profundidad de Leonard Cohen, un escritor a mi gusto fantástico, que te quedas con el sabor de boca del poema que has leído para un largo rato.
Actualizo con otro dos poemas de este fantástico libro,espero que os guste:
Me paré a escuchar
Me paré a escuchar, pero no llegó. Volví a empezar con una sensación de pérdida. A medida que esta sensación se hacía más profunda, volví a oirlo. Dejé de pararme y dejé de empezar, y me permití ser aplastado por la ignorancia. Fue una estrategia, y no funcionó. Mucho tiempo, años malgasté en semejante modo menor. Ahora negocio. Le ofrezco botones a cambio de su amor. Suplico misericordia. Poco a poco él cede. Titubeante, avanza hacia su trono. De mala gana, los ángeles se condecen uno a otro permiso para cantar. En una transición tan delicada que no puede ser percibida, la corte establecida sobre rayos de simetría dorada, y una vez más soy un cantante en las coros más bajos, nacido hace cincuenta años para levantar la voz así de alto, y no más alto.
Ahora puedo
Ahora puedo
dormir veinte horas al día
Las otras cuatro
las paso
telefoneando a un montón
de gente importante
para darles
las buenas noches
Jikan
que nació
inclina su cabeza.
Una canción: Next to me. Emeli Sande
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