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domingo, 24 de noviembre de 2013

El hombre que amaba a las niñas. Correspondencia y retratos.

Durante los maravillosos libros que hay en las Conchas he encontrado este, de este año, donde el autor escribe cartas a niñas, retratándolas según su correspondencia y admiración hacia ellas.
Aquí os dejo una de ellas,leed este libro es precioso.


PARA GERTRUDE CHATAWAY                                     Christ Church, Oxford
                                                                                               21 de Julio de 1876

Mi querida Gertrude: 
Explícame cómo voy a disfrutar de Sandown sin ti. ¿Cómo puedo caminar por la playa solo? ¿Cómo puedo sentarme solo en los escalones de madera? Asi que, como ves, como no podré estar sin ti, tendrás que venir. Si Violet (Martineau) viene, le diré que invite a quedarte con ella y luego iré yo en el Heather-Bell y te recogeré. Si voy, creo que no podré regresar en el mismo día; así que tendrás que reservarme una cama en algún lugar en Swanage. Y si no puedes encontrar una, espero que pases la noche en la playa y me cedas tu habitación. Los invitados, por supuesto, tienen prioridad sobre los niños. Y estoy seguro de que en estas cálidas noches la playa estará bien para ti. No obstante, si tienes un poco de frío, por supuesto, puedes meterte en una máquina de baño. Todo el mundo sabe que se duerme muy bien en ellas. Ya sabes que hacen el suelo suave de madera con ese propósito. Te envío siete besos (para que te duren una semana)
                                                                   
                                                                        Tu amigo que te quiere,
                                                                                      Lewis Carroll

martes, 12 de noviembre de 2013

Erizo de mar. Joan Margarit

Bajo las aguas poco profundas de las costa anclo mi coraza.
No segrego ni nácar, ni perlas, la belleza no me importa,
enlutado guerrero que, con sus negras lanzas,
se oculta en una grieta de la roca.
Viajar es arriesgado pero a veces me muevo- las espinas haciendo de muletas- y, por torpe, las olas me revuelcan.
En el mar peligroso busco la roca de donde no haya de moverse nunca.
En la armadura soy mi propio prisionero: una prueba de cómo, si no hay riesgo, la vida es un fracaso.
Afuera está la luz y canta el mar.
Dentro de mi la sombra: la seguridad.