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jueves, 29 de octubre de 2015

Viento del pueblo. Miguel Hernández

Un poeta de los míos, de esos que dices: hostia como se parece lo que piensa a lo que escribo yo.
Impresionante la verdad.

Degustarlo es una joya.


ACEITUNEROS

Andaluces de Jaén.
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién, quién levantó los olivos?

No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo  y el sudor.

Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.

Levántate, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa del cimiento.

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién
amamantó los olivos?

Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.

No la de la terrateniente
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.

Árboles que vuestro afán
consagró al centro del día
eran principio de un pan
que solo el otro comía.

¡Cuántos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
pregunta mi alma: ¿de quién de quién son estos olivos?

Jaén, levántate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser exclava
con todos tus olivares.

Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas.

sábado, 10 de octubre de 2015

Cementerio marino. Paul Valery

Este libro que encontré por la biblioteca, del año 1922, ya tiene años, refleja un poco los poemas de la época y en base son textos profundos, pero llenos de sentimientos y algo rencorosos.

A mi juicio fascinante, degustar estos textos.


                                                                       XI
¡Salve, divinidades por la rosa y la sal!
Seréis de la luz joven el juguete primero,
¡Islas!... Pronto colmenas, cuando el sol mañanero
haga que en vuestra roca, islas ya presentidas,
pujantes paraísos reclamen nuevas vidas.
Cimas que en el sol fecunda y la luz no intimida,
selvas resonadoras de ideas y de vida
caliente de animales y felices criaturas.
¡Islas!... Entre un rumor de marinas criaturas
madres vírgenes siempre, a pesar de esas marcas,
sois como arrodilladas, maravillosas Parcas:
nada iguala a las flores que regaláis al mundo,
pero os tiemblan de frío los pies en lo profundo.