Su reflejo quedó en la zona del mar,
cuando el sol, con el amanecer
iluminó el trozo de oscuridad que aún quedaba y al que el barco pasó por encima sin ni siquiera inmutarse.
Aparenté ser un desconocido,
olvidar el dolor por una mujer
a la que había querido.
Paseé por la playa, y en la zona costera aún quedaban restos del naufragio días atrás.
El diario con mi vida, tras mi última salida del hospital, no quería olvidar el dolor de haberla perdido.
Y aún podía notar el dolor en mi sangre tras mi última caída.
Recordé los momentos felices, y lloré bajo la luz de la luna en el atardecer.