Inmaculada estaba preocupada por el bulto que la acompañaba durante todo el trayecto, sus hijos, el mayor y el pequeño, David y el bebé de 3 meses.
Los tres corrían en dirección, ninguna parte, pensando que jamás llegarían a su destino.
La pesada luz y brillante les llevaba siguiendo todo el rato.
Inmaculada, temía que algún disparo pudiera darle a los hijos.
Para ella, no había algo más importante que ellos dos, les había costado mucho esfuerzo mantenerlos y llegar a donde ellos habían llegado.
David tenía 17 años y era músico.
Al oir el disparo aproximarse, David ayudó a su madre y a su hermana a agacharse.
Inmaculada gritó ante el disparo, pero, fue demasiado tarde, la bala le dió a David y calló el suelo.
" Salva a mi hermana y salvate tu"-la dijo David.
"No voy a dejarte aquí"-dijo Inmaculada.
Inmaculada pensó en la chica por la que David suspiraba y ella, cuanto había pasado junto a él, ella se acercó y salvó a David y le dijo a Inmaculada que se salvara.
Le dió un beso y les llevaron al hospital.
Inmaculada y el bebé estaban perfectamente, pero,David estuvo 2 semanas de rehabilitación.
Ella desapareció y David supo que ella había sido la primera victima de aquel asesino, a quien David reconoción inmediatamente.
La poesía es un género muy adecuado para quedarse solo ante uno mismo con un grado de intimidad conflictivo, delante de un espejo. Felipe Benítez Reyes.
Bienvenidos...
Centro del mirar es un blog de poesía dedicado a fans del arte de la poesía y cuya motivación de paso a los más creativos.
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domingo, 12 de octubre de 2008
sábado, 11 de octubre de 2008
De ida y vuelta
Te espero en silencio, bajo la lluvia
de mi paraguas, al unísono.
Te llevaré conmigo siempre.
Allí, te estuve mirando, por la ventana del tren que huyó a contrareloj.
Al tiempo que me dirijiste tu última mirada de despedida desde el vagón.
Tocaste la última nota y yo me despedí con una última mirada y una última lágrima tu triste despedida.
No volverás, me lo dicen tus ojos escondidos, tus pestañas humedecidas, tu mirada perdida.
No volverás, lo sé, no me verás, y llorarás al irte como yo lo hice cuando me fuí.
Pasan recuerdos, emociones y sentimientos.
Te despides, prometiéndome volver.
Yo sé que nunca volverás.
Así son las cosas.
Quiero recordarte y te llevaré siempre en soledad
de mi paraguas, al unísono.
Te llevaré conmigo siempre.
Allí, te estuve mirando, por la ventana del tren que huyó a contrareloj.
Al tiempo que me dirijiste tu última mirada de despedida desde el vagón.
Tocaste la última nota y yo me despedí con una última mirada y una última lágrima tu triste despedida.
No volverás, me lo dicen tus ojos escondidos, tus pestañas humedecidas, tu mirada perdida.
No volverás, lo sé, no me verás, y llorarás al irte como yo lo hice cuando me fuí.
Pasan recuerdos, emociones y sentimientos.
Te despides, prometiéndome volver.
Yo sé que nunca volverás.
Así son las cosas.
Quiero recordarte y te llevaré siempre en soledad
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