Hoy recordé otra vez su voz.
Y presentí que algo cambiaba mi razón.
Dolida estaba llorando en el rincón.
Deseando volver a dar su aroma de colón.
Tendiste tu mano, escuchándome y apoyándome.
Me desbordé, rompí las reglas del cajón.
Y en tus ojos, dolida, lloré hasta que el dolor se amortiguó.
Yo sé que el tiempo impone su ley.
Pero me canso de esperar.
Puedes arreglarme sino te vas.
Si me prometes no marchar.
Cambiado el tiempo, se me hacía interminable la espera en el balcón.
Dolorosa situación.
Tus ojos me miran desde abajo del balcón.
No puedo mirarlos, no puedo sentirlos.
Esta agonía no me deja respirar.
Con tus besos puedes cambiar,
puedes cambiarme.
Poco a poco y en silencio me voy alejando de ti.
Te extraño y te siento lejos de mi.
Te buscaré, te encontraré.
Lo sé. lo sé.
No puedo vivir sin ti, no podría respirar sino estás aquí.
Me das la mano, y echo a correr.
Te veo, pero apenas te das cuenta de ello.
Te encontraré,
lo sé, lo sé
(Iria Costa Trancón)
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