Mi padre hacía fotos,
yo de pequeña me acordaba
y me vi bellísima en una foto.
Llevaba la cola de caballo,
y con eso y el puño cerrado tenía todo el mundo en mi mano.
Tenía el pelo largo y rizado,
el color amarillo brillaba con el primer rayo de sol.
Era entonces cuando me di cuenta de cuanto costaba sonreírle, pero no sonreírle, se sonreía.
La piel blanca, como una mañana de invierno,
el color azul del mar en mis ojos.
Y la nariz chata como la cerradura de una puerta,
me demostraba como el mundo pudo ser a simple vista.
Me vi tan bella, que mi sonrisa alegró la aquella mañana de primavera.
1 comentario:
Iria!! gracias lo tomaré en cuenta.
Cuidate. Besos
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