Lentamente, deslizé mi dedo por la frente y borré el resto de las arrugas.
Borré los restos del maquillaje,
del sudor del ejercicio al que sin quererlo habia sido obligada, a hacerlo.
Había elegido el color verdoso,
para la noche de fiestas y agradables compañías.
Oí el rubor de una autopista,
cuando un camión pasó a gran velocidad y sin control.
Me encantaba el sonido lejano pero cercano de los buhoneros de un mercadillo popular.
Me asusté cuando llamaron al timbre,
no me lo esperaba y había evitado ser reconocida las últimas semanas.
Quería vivir sola, tranquila y sin preocuparme, si madrugaba o no.
Me preparé de vestido rojo,
la ocasión era especial.
Te invité a pasar y sin pensarlo tomamos una copa ante la luz clara de la luna.
Hablamos y el tiempo
deseó ser reconocido
en ese momento.
Recordé los días lejanos y felices.
Afuera llovía y recordé el momento más feliz de mi vida,
el momento de mi alegría.
2 comentarios:
y ¿todavia nos apasionas con tus poemas tan románticos? Iria, Iria..=)
saludos.
Hola anónimo,
Si, soy bastante romántica.
aunque la verdad, es que la lectura me apasiona mas que otras muchas cosas.
Disfruta.
Cariñosamente,
Iria.
Publicar un comentario