Rosana Acquaroni escribió este libro cuando se murió su padre, engloba una serie de poemas fantásticos y llenos de delicadeza, ternura y belleza.
Feliz semana.
De camino, quise retrasar la tristeza.
Para entonces
el jardín se extinguía
sobre un rescoldo seco de puñales.
No quedaban palabras.
No quedaban peldaños.
Sólo un final de lluvia tiritaba
en la trinchera de la sangre,
sobre un precipicio de cantinas.
Era
la estación terminal de la niñez.
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